El 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas entraban en el macrocomplejo de campos de concentración que era Auschwitz.
Hoy hace 75 años de aquel momento que no solo supuso el fin para el sufrimiento de quienes aun supervivían a la muerte en aquel horrible lugar. La imagen de la llegada del ejército ruso, plasmada por Steven Spielberg en 'La lista de Schindler', dejó para la historia una icónica liberación y uno de los símbolos -no solo hechos- más diáfanos de que la pesadilla del nazismo que asoló Europa estaba llegando a su final.
En 2018 estuve en Auschwitz. Realmente mi viaje consistió en visitar las localizaciones del rodaje de 'La lista de Schindler' con el objetivo de grabar el documental 'Cracovia, la ciudad invadida', para lo que Aurora y yo empleamos una semana, y entre estos lugares se encontraba obviamente este campo, al que sumamos Płaszów, donde tienen lugar los acontecimientos que rodearon al sádico de Amon Goeth. Auschwitz concentra la mayor presencia de visitantes, mientras que en Plaszów solo éramos cuatro personas aquel día y prácticamente nadie visita este lugar donde apenas hay vestigios de las infraestructuras del campo, pero algunos lugares ineludibles para comprender el sadismo nazi y por supuesto el filme de Spielberg.
Es muy complicado explicar lo que se siente al pisar Auschwitz, y aun más hacerlo sin parecer una banalidad, como otros viajes, como otros momentos anecdóticos de tu vida que acompañas con fotografías y los compartes en las redes sociales. De hecho, me cuesta trabajo subir estas imágenes aun siendo de las más 'livianas' que puedan verse públicamente, no muy distantes de las que desde hace tres cuartos de siglo vemos en televisiones, exposiciones, folletos o libros de historia y de texto.
Precisamente esos, los libros, y especialmente los de texto desde el punto de vista educacional, son a los que trato de invocar con estas fotografías y con el recuerdo en esta conmemoración. Solo desde la exposición más cercana y real, aun a expensas de la crueldad, a nuestras generaciones que están labrándose para forjar nuestro futuro, de todo lo que sucedió allí, podemos evitar que el ser humano vuelva a caer en semejante atrocidad.
Podemos hacer películas, documentales, exposiciones fotográficas... Todo ello contribuirá a no repetir la historia. Pero la conciencia del bien y del mal, conceptos muy claros en determinados aspectos de la vida -este es uno de ellos-, de la ética y del respeto por el ser humano, llega directamente a través de lo que nuestros hijos ven -deben ver- diariamente en sus aulas, cuando ante sus ojos abiertamente receptores perciben lo que ven en esos libros, lo que leen, lo que hay que saber para tan solo llegar a ser un ser humano. Tan solo eso.
En mayo, meses antes de viajar a Cracovia, visitamos la exposición que, sobre este campo de exterminio liberado hace ahora 75 años, acogió el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid. Su lema era el siguiente: "Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos". No podía tener leyenda más acertada.
Y precisamente por eso, porque no hace mucho, porque no fue lejos, y porque parece que lo estamos olvidando, expongo mi reflexión y estas imágenes en las bodas de brillantes del final de un horror inenarrable y de un dolor incicatrizable.
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