La Hermandad de la Misericordia de San Fernando me hizo anoche entrega de un diploma acreditativo de mis cincuenta años como hermano de la cofradía.
Gracias de corazón por ello.
Con la perspectiva que te da medio siglo, da vértigo pensar que en apenas mes y medio cumplo 51 años de vida y desde que nací pertenezco a la Misericordia. Creo que a estas alturas puedo afirmar que, posiblemente, mi condición de hermano me acompañará lo que me resta de vida. Entonces, como ya sucede ahora, será lo único que durante toda mi existencia me haya acompañado a la hora de pertenecer a una institución o un grupo, en este caso fraternal.
Cincuenta años con vivencias inolvidables, con etapas más comprometidas, con otras de menor presencia tal y como te marca el devenir de tu vida... Pero siempre formando parte de la Misericordia isleña, la que cada Jueves Santo comparto con mi padre desde que tuve cuatro años y la que me puso a mi lado la mujer que quiero.
Con mi afecto más sincero hacia mi hermano mayor, Jesús Fernández Aranda, y su junta de gobierno, y con mi felicitación que traslado también al resto de homenajeados por cumplir 25 y 50 años en la Misericordia.
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