Todo producto audiovisual nace para un formato, un público y una manera concreta de visionarlo. Una serie televisiva se distingue de una película no solo por su metraje. Dirigir un telefilme cuya finalidad es venderlo a una productora de televisión para que lo emita a las cuatro de la tarde de un domingo no tiene nada que ver con colocarse tras la cámara para llevar a la pantalla una película cinematográfica ‘por derecho’.
Por eso resulta incomprensible que cosas como ‘El mundo es suyo’ se exhiba en las salas como si de una producción de cine se tratara. El engendro de Alfonso Sánchez podría ocupar cualquier hueco para ganar una óptima cuota de ‘share’ en Telecinco, por poner un ejemplo de cadena proclive al consumo fácil, y todos tan contentos. Algunos por echar unas risas, y otros como yo, por no verla. Porque ‘El mundo es suyo’ no supera los parámetros que debería alcanzar una producción que se ofrezca en pantalla grande. Es más, es muy probable que este subproducto de amanerada y gritona interpretación, de sinsentido direccional, guión astracanado y de chistes que llegan a ser de mal gusto (lo de “los de la memoria histórica ven por todos lados los huesos de Lorca” es para levantarse del asiento y dejar allí en pantalla esta sonrojante bazofia) no dista mucho de algunas series de televisión de moda en la que peligrosamente se lanzan mensajes de un preocupante machismo, gracietas de sal gorda con estereotipos regionales y, en definitiva, inteligencia cero revestida por el uso y abuso de tópicos para hacer reír con un humor que ni alcanza a ser digno heredero del empleado en su día por los hermanos Calatrava.
Y no me llamen sieso. Soy de los enchufados al canal Youtube de Antonio Garrido con esa estupenda serie, ‘El palermasso’, que parodia la cotidianidad cofrade sevillana de una manera divertida, fresca y ocurrente. Estamos hablando de capítulos de varios minutos y en una plataforma adecuada, es decir, la fórmula en donde quizá podrían funcionar las cosas de Alfonso Sánchez. Pero al espectador hay que tenerle respeto, oiga. Y sobre todo, al cine, que solo se adivina en ‘El mundo es suyo’ en los créditos de inicio, que nos hacen recordar a los diseñados por Olivier Kuntzel y Florence Deygas para ‘Atrápame si puedes’ (2002) de Steven Spielberg.
En el continuo naufragio de este horror aparecen los consabidos cameos empleados para continuar llamando la atención con lo fácil: Selu, Love… personajes carnavalescos que pasan por allí, contribuyendo a lo que habrá sido un cachondeo generalizado durante el rodaje. Lo habrán pasado bien entre réplicas de la Macarena y los manidos temas de los políticos corruptos y la droga.
En definitiva, cuando creíamos cubierto el cupo del dislate con Torrente, aparecen dos personajes cargantes, forzados y conformando una de las peores parejas aparecidas en pantalla. Al menos Santiago Segura hace cine.
(El vídeo que acompaña a esta crítica es más divertido. Míralo ;-)
(El vídeo que acompaña a esta crítica es más divertido. Míralo ;-)
No hay comentarios:
Publicar un comentario