El mundo solamente ha cambiado cuando la gente se ha echado a la calle. Ahora pretendemos encabezar las revoluciones y solucionar los problemas comiéndole minutos (y horas en algunos casos) a las jornadas laborales sentados delante de un ordenador, o con el pijama puesto, mientras alguien nos prepara la cena.
Nos han dado una gran plataforma, un caos 'enredado' para que nos creamos más libres y conocedores de lo que sucede a nuestro alrededor sin ni siquiera analizar los porqués y tener los suficientes -y necesarios- elementos de juicio cada vez que tecleamos. Y la libertad no consiste en tener los instrumentos para poder hablar, sino en el ejercicio práctico de lo que defendemos, sin trabas y con todas las consecuencias, haciendo así efectivo el cambio que exigimos. Lo demás es el chocolate del loro.
De hecho, esto que estoy escribiendo no sirve para nada. Hasta el momento, internet solo ha servido para hacer una revolución en las formas. Pero no necesitamos estilistas, sino gente de ideas y de acción. Y militar en la acción es ya, amigo mío, más complicado.
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