Lo que más me llama la atención de las horas posteriores a la ceremonia de los Goya es la cantidad de gente que los ve, a tenor de la multitudinaria andanada de críticas que aparecen en las redes sociales, blogs y otros medios empleados para que nuestras opiniones lleguen a los demás.
Yo creía que esto de los Goya no interesaba a los españoles, ni a los aficionados ni a los profesionales. Pero debo estar equivocado. Todo el mundo habla milimétricamente de lo que pudo verse en pantalla. Para mal, claro.
Y lo curioso es que en este país cainita, debimos ser millones viendo los Goya pero unos pocos viendo lo importante: las películas que compiten, las películas de nuestro cine.
Habría que invitar a que levantaran la mano quienes en estos meses hayan ido al cine a ver 'Handia', 'Estiu
1993', 'Muchos hijos, un mono y un castillo' o 'La librería', entre otras nominadas que ya se han estrenado. Eso se llama cinismo 'Made in Spain'.
¿La ceremonia? Pues mientras sigamos empeñados en copiar el estilo de los Oscar, la fórmula no funcionará jamás. Me quedo, en lo positivo y negativo, con un decálogo de ideas:
1.- El acertado y original escenario, aun faltando personal de asistencia para ayudar a subir a los ganadores de premios con dificultades.
2.- La gran Marisa Paredes y su refrendo sobre el 'No a la guerra' que tantos secundamos en su día y seguimos defendiendo. Y Penélope Cruz, por la que tengo debilidad.
3.- El imperdonable olvido de la Academia al no incluir, en el vídeo dedicado a los fallecidos, a la actriz Amparo Pacheco, madre de Manolo Cal, que está indignado desde anoche con toda la razón. Se merece una disculpa.
4.- La aliviante actitud de los cineastas catalanes, muy presentes en la ceremonia, dejando claro por omisión de comentarios y simbología que los delirios independentistas no son buenos para la industria cinematográfica. Incluso con Isabel Coixet presente, que tiene más filias que fobias hacia las pretensiones de escisión. Incluyo también la preocupante sensación de que en el sur de España no se hace cine frente al apabullamiento catalán y vasco.
5.- La injusta no nominación de Fernando Velázquez por su banda sonora para 'El secreto de Marrowbone' pero bien que utilizaron su música de 'Un monstruo viene a verme' para momentos en la gala.
6.- La ganadora del Goya a peluquería... ¡con esos pelos!
7.- El humor de los presentadores. Extraño, como un pato en el Manzanares, que diría Sabina.
8.- La inexplicable altura de colocación de los dos micrófonos principales por los que hablaban los ganadores y presentadores.
9.- La extraña disposición de los fotógrafos en el patio de butacas, algunos casi tapando el tiro de cámara sobre gente sentada importante.
10.- Y sobre todo, especialmente, que yo no haya podido estar allí este fin de semana. El año que viene seguro que sí.
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