Tú sabías, lo sabes, que este mundo -y algunos submundos que pertenecen a
él más aun- es así. Ahora vendrán quienes te han tratado de hacer daño,
de tantas maneras y durante años, a escribir y decir ripios
rimbombantes sobre ti, a utilizar tu muerte para sus conveniencias. Pero
viviste como te dio la gana, porque tu arte fue, y es, tan grande, que
tus manos, aparte de ser las de mi devoción y las de Aurora, te dieron
la libertad para hacer y decir lo que pensabas.
"No me enterréis en
Chiclana, por favor, eh, porque yo he vivido aquí y aquí voy a morir,
en La Isla", dijiste aquella mañana de marzo de 2010 en la que te
nombraron Hijo Predilecto. Así será. Y disculpa mi virulento tono del
inicio, pero tú me lo perdonas porque nosotros nos entendemos.
Hasta siempre.
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