Mi primer artículo para un periódico fue un reportaje que
escribí sobre el cementerio de San Fernando. Si hubiera sido supersticioso me
hubiera negado y habría empezado en la profesión con mal pie. Por eso recuerdo
que el andalucista Manuel Torrejón era el responsable de una concejalía tan
peculiar.
Cada vez que la veo en mi archivo también me acuerdo de él.
Me refiero a una fotografía en blanco y negro que Juan Franzón captó en una de
las entrevistas que le hice en su despacho a Andrés Ruiz Pizones. Siempre
amable, solícito a contestar, en aquella ocasión estaba detallándome el
proyecto del camping de La Leocadia, el club hípico previsto para la zona, la
liberalización de más kilómetros de playa… Ya ven.
María Jesús Castro me llamó una noche a preguntarme qué pensaba sobre la idea de cambiar el nombre a San Fernando y volver a llamarla Isla de León. Luis de Celis siempre estaba rodeado de gente, era como Antonio Rojas hoy. Eso es buena señal.
Con Juan Ibáñez y José Ramón Cué me gustaba hablar de cine. Cuando este último era presidente de Nuevas Generaciones me envió un saluda felicitándome por el aniversario del programa de radio ‘Último Estreno’ que aun conservo. ‘Pepín’ Rodríguez era un caballero y Manolo Martín me reveló, años después de ser concejal y una tarde noche, que su hija había sufrido horas antes y en directo la tragedia de los gabardinas negras en el instituto Columbine, lo que hizo que El Mundo lo publicara en portada a nivel nacional y la revista Pronto me pagara dos reales y medio por un reportaje de cinco páginas sobre lo sucedido.
Recuerdo aclarar las cosas con Enrique Cabello en la cafetería del Hotel Roma, cuyas paredes oyeron muchas conversaciones a lo largo de su historia. Le dije meses antes que no se metiera en terreno pantanoso con un medio de comunicación. A Enrique lo he encontrado en facebook, pero tiene 19 amigos. Creo que apenas se conecta.
Pedro González Tuero era el director del Instituto y no el político, y Mayte Rodríguez Labandón la hija de ‘El Maño’ y no la concejala. Pepe Quintero el vecino de Radio La Isla y el hombre que daba igual cuando lo llamaras a su casa –no había móviles- para pincharlo en antena.
Fernando López Gil era, sencillamente, el hombre que debió ser alcalde de San Fernando. Los cafés con él eran los más empáticos de los que podías tomarte con quienes además te escuchaban.
No sé, se me escapan muchos. Con una buena parte de los homenajeados en la tarde noche del jueves en el Castillo de San Romualdo tuve una relación de periodista-político durante días, meses y años continuados. En mi etapa en Cádiz me ocurrió lo mismo con Julio Braña, Pepe Blas, Jesús Gargallo o Pepe Pettenghi, al que cada vez que leo sus caústicas columnas me lo imagino dando una rueda de prensa gamberra con el contenido de sus actuales artículos.
Pero fueron diez años cubriendo la política local en San Fernando por seis en Cádiz. La tierra, La Isla, tira. La Isla de Moreno, de Bahía Sur, de los macroconciertos, de la Feria; La Isla de Bazán, Izar y Navantia; de los imposibles discos duros de Eurostor. De las nuevas hermandades, del Carnaval hacia arriba y después hacia abajo. La Isla de la Venta de Lolo, que escribía en El Periódico de la Bahía antes de tomar el testigo familiar. La de Radio La Isla, del San Fernando Información, de "el Teleisla", de Rioja y Franzón; del Castillo lleno para la presentación de la novela ‘A la izquierda del padre’ iluminado con antorchas, de cristalería y reñidero. La Isla del tren de Acosafe y ‘el Cirilo’ montando en borrico repartiendo premios los sábados por la mañana. La Isla de tantas cosas… Y otras que ya, desde aquel 1999, no viví tan cercanamente hasta regresar al día a día hace algunos años. Ahora más que nunca.
Todo esto viene porque me alegró mucho el acto de reconocimiento a los concejales democráticos de San Fernando. No pude estar presente, pero sonrío con añoranza cuando hoy contemplo las fotografías para ver que el tiempo pasa pero los recuerdos siguen inalterables. Hoy, con la política tan devaluada y el recurso fácil de menospreciarla para culparla de todo, puedo decir que estoy convencido de que una inmensa mayoría fueron hombres y mujeres que dieron todo lo que pudieron por su ciudad. Seguro que el jueves recordaron aquellos años de tanta vocación de servicio. Como les dijo acertadamente la alcaldesa Patricia Cavada citando al poeta latino Marco Valerio Marcial, poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces.
Faltan los alcaldes de estos años y los concejales actuales. Pero sobre esos no me da tiempo escribir :-P
Con mi afecto.
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