Esta pasada semana ha sido de recuerdos. En primer lugar, el pasado 8 de noviembre se cumplieron cinco años de la muerte de uno de los grandes de la música cinematográfica: Basil Poledouris. El compositor falleció pocos meses después de que asistiera al Festival Internacional de Música de Cine 'Ciudad de Úbeda', donde no sólo su música, sino su humanidad, nos impregó a todos y contribuyó en gran medida a consolidar lo que vino a denominarse 'Espíritu de Úbeda', ese sentimiento de unidad alrededor de la música cinematográfica sin ínfulas, en donde todos somos iguales, compositores y aficionados, organizadores y visitantes, compartiendo días enteros como si de toda la vida se tratase. Basil era un hombre afable, hacía años que no dirigía a una orquesta, pero aceptó el reto que meses antes le lanzó la organización del festival y en julio tomó la batuta para dirigir su obra maestra, 'Conan el bárbaro', que hizo llorar a todos, incluido él y los seres queridos con los que vino. Existió un Poledouris antes y otro después de Úbeda, y no exagero ni un ápice. Le cambió la vida aquellas atenciones y admiración de un puñado de chavales y en el concierto tantas personas de pie aplaudiéndole, cuando alguien de su categoría estaba prácticamente olvidado. 'Conan el bárbaro', 'La caza del Octubre Rojo' o 'El lago azul' son algunos ejemplos de su maestría compositiva. Comimos, hablamos, reímos y compartimos música en Úbeda, donde me firmó varios ejemplares de algunos de sus CD más interesantes como se observa en la foto.
Por otra parte, y muy sentida para mí fue la muerte, el 13 de noviembre de 2010, de Luis García Berlanga. Ahora hace un año. Para qué les voy a hablar de la trayectoria de Berlanga. Tuve el honor de conocerlo a principios de los noventa en El Puerto de Santa María, hicimos migas y desde entonces contactamos en varias ocasiones para mi programa de radio 'Último Estreno'. En 1995 hice de puente entre la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando y Luis para organizar una mesa redonda en la ciudad con el cine como tema principal, en la que participaron entre otros amigos de Berlanga como Paco Algora. Aquella mesa redonda se prolongó durante varias horas, cenamos en Los Tarantos, compartimos muchas vivencias, al día siguiente le mostramos La Isla de San Fernando y alabó barrios como el de La Pastora, al que lo comparó con "un decorado". Desde entonces manteníamos los contactos que nos permitía el tiempo y su delicada salud. Un abrazo, amigo, donde quieras que estés. Ya no hay ideólogos del cine, directores con mayúsculas, como tú. AUSTROHÚNGARO.
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