El barco de la imagen no es el que nos ofrece determinada firma turística propiedad de un sinverguenza que preside una importante institución para que hagamos un crucerito por la islas griegas, aunque lo pueda parecer. Menos similitudes tiene con un acorazado que guarda en sus bodegas toneladas de armas con el objetivo de dispararlas contra el invasor. Se trata de un buque que ha sufrido la desproporcionada reacción de Israel en aguas internacionales porque, al parecer, iban a comportarse como los piratas de las películas: en el momento en el que divisas cualquier perfil de costa judía, y mientras sonríes desde cubierta para que vean tu amabilidad en lontananza, cambias la bandera del país, pones el cráneo y las tibias y atiborras de balazos de cañón cualquier paseo marítimo judío, liándola a la usanza de la huida de Geena Davis y Matthew Modine en aquella gozada de La Isla de las cabezas cortadas.
Una vez más, y digámoslo en gaditano, el estado judío hace lo que le sale de los cojones. La respuesta del Consejo de Seguridad de la ONU, cada vez con mayores concomitancias con aquellas Naciones Unidas en determinados prolegómenos de las guerras mundiales y su tibieza, vuelve a ser ridícula. Una vez más, los intereses y la cobardía -tan presente en nuestro mundo hoy día a todos los niveles- permite y permitirá que se produzcan hechos como estos con total impunidad. No entremos en disquisiciones del Derecho Internacional para no ser pedantes, pero el ataque israelí a un barco extranjero en aguas internacionales es un atentado a la legislación mundial y algo intolerable en política internacional. Si los bestias esos que han atacado al navío turco hubieran sido iraquíes, iraníes o norcoreanos, a estas horas ya no entraba ni una rebanada de pan Bimbo en una establecimiento del centro de Teherán. A estas alturas no voy a defender repúblicas bananeras ni basadas en principios ultrarreligiosos, pero ya toca las narices decir que al menos Israel es el único país con sistema democrático de aquella zona. La propia Irán, con todos sus defectos, que son muchos, cuenta con una cámara de 290 miembros elegidos cada cuatro años en elecciones. El país persa contaba con 40 millones de habitantes en 1988. Ahora, apenas una veintena de años después, su índice demográfico oficial contabiliza un total de 65 milllones de iraníes.
Si Irán ataca un barco extranjero en aguas internacionales, el premio Nobel en el que tanto confiásteis -os remito a mi entrada en el blog de aquella época y mi escepticismo- ya estaría hablando de "terrorismo en aguas comunes". Pero es Israel, que además de participar negativamente en actuaciones importantes, está presente en otros asuntos livianos que, como buen ignorante que soy, jamás entenderé. Y a un país ilegítimo y terrorista de verdad como es Israel me lo tengo que tragar en Eurovisión, cuando Israel no es Europa en ningún aspecto, sólo en el 'técnico' que les interesa a quien convenga. Los tengo que soportar, y a los representantes de sus gobiernos ultraderechistas -ver resultados electorales en internet, por si alguien tiene alguna duda- en juegos olímpicos, en competiciones deportivas, en acontecimientos culturales europeos,...
La impunidad de Israel, la tibieza de la comunidad internacional, la sangre que corre en Palestina,... todo es fruto de nuestra cobardía común. De los que nos atrevemos a darnos golpes de pecho de falsa moral con las cosas y ponemos velas a Dios y con nuestras actitudes al diablo. Como la vida misma actual. Como con tu vecino también. Como con tu hermano de fe que tienes al lado. Qué asco, ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario