No entiendo la sorpresa ante lo sucedido con los medios de comunicación que dilapidaron a Diego acusándolo directamente como asesino de una niña de tres años. El caso no lo explico porque ya lo conocemos todos. La sonrojante portada del ABC contiene todos los tintes amarillistas, de ¿periodismo? liviano y de comida (redacción-lectura) rápida que se hace actualmente. Ya deberíamos estar acostumbrados a la carencia de rigor que desde hace tiempo demuestran los periódicos, emisoras de radio, televisiones,...
Entre la opinión y el sensacionalismo hay un abismo. Entre las lícitas medidas para vender y el maquiavelismo existe un gran trecho. El fin jamás justifica los medios. Y el periodismo riguroso da paso cada vez más a titulares exagerados para hacer caja y pontificar. "La mirada de un asesino", todo un poemario en varias palabras escrito en una caja de texto de primera plana sobre la foto de Diego sin pensarlo dos veces, dándose por hecho lo que aún un juez no había dictaminado.
¿Ahora qué, independientemente de que el acusado por el dedo sensacionalista interpondrá querellas contra todo aquel que lo difamó y se embolsará miles de euros en una concatenación de juicios ganados a priori? El director de ABC ha pedido perdón, y los defensores de este medio le cubren la espalda aduciendo que "por lo menos ha tenido la valentía" de hacerlo. Una valentía que, como en la antigua mili, se supone. No existe mérito en esa actitud porque se debe dar por hecho que semejante metedura de pata debe ser reconocida, asimiliada e incluso ser motivo de dimisiones.
Pero en este país nadie dimite de nada. En los gobiernos nacional, autonómicos, locales, en asociaciones de vecinos, en entidades de pueblo... nadie se marcha a pesar de escándalos mayúsculos. En los medios de comunicación en los que se estigmatiza a inocentes nadie abandona su puesto con la cabeza alta. En otras entidades se cometen dislates uno tras otro pero "nunca pasa nada", que es la máxima. Todo continúa como si no sucedieran hechos graves que desprestigian a instituciones de renombre, ejemplo palmario no sólo del aferro a un poder a veces ridículo, sino de la nula preparación y dignidad de los que se quedan en un sillón tras graves errores de cálculo de consecuencias, ninguneo a profesionales de su propio equipo y soberbia a raudales.
Aristóteles decía que nada resulta más injusto que tratar por igual a los desiguales. Y la preservación del puesto concreto de quienes cometen gravísimos errores es obviar una máxima de cruda pero necesaria aplicación en todos los términos de esta vida: los errores se pagan. Si no se hace, vuelven a sucederse una y otra vez y sus autores mantienen el mismo 'status' que los que no los cometen, circunstancia a todas luces injusta. Hay errores veniales, como los pecados, solucionables sin medidas traumáticas. Pero otros son de tal gravedad que es necesario ser justo. Si no "pasa nada", las consecuencias siempre terminarán por acabar con ese gobierno o institución que quizás tantos años ha costado prestigiar.
Además, es que son ganas de poner en portada una foto que no tenían, parece que está sacada de un video.
ResponderEliminarY por otro lado no está ná de bien lo de "dilapidar" al muchacho, lo malgastaron enterito.
Tú después si quieres borras el comentario pero es que tira piedras a los ojos. Cambialo hazme el favor.