Es un digno ejemplo de juego para cuando salga a la venta la Playstation-24. Vamos por la 3 y ya hay aventuras gráficas que parecen películas, así que cuando lleguemos a la veintena de modelos de la consola de Sony con sus correspondientes y graduales progresos, tendremos juegos como el filme Avatar por cientos. De manera que lo nuevo de James Cameron resulta ahora un espectáculo apabullante y visualmente muy brillante en determinados momentos -ratifico el apunte temporal que acabo de hacer, sí: en determinados instantes- pero me temo que en el año 2016, por poner un ejemplo, el tiempo hará añicos el nuevo filme de un director que me destrozó el concepto de Alien como ser único que el mismísimo Ash clamó en la obra maestra de Ridley Scott o que fue capaz de hilvanar los hilos irregulares de un sobrevalorado producto llamado Titanic.
Avatar es imagen y música, notable, de James Horner. Su pesada llamada de trompeta, conocida entre los aficionados frikis de la música de cine como el 'parabará' de este compositor y que lo emplea hasta la saciedad como coda musical en muchas de sus partituras, la acompaña de un espectáculo sinfónico y corístico de calidad aunque suene demasiado a Tiempos de gloria y recuerde a Titanic. Pero adereza lo que sucede en pantalla de forma encomiable.
Pero sobre todo Avatar es un western futurista en el que unos indios azules que se embadurnan con pinturas de guerra tratan de detener al invasor de sus tierras, en el que, como en todo espectáculo de vaqueros que se precie, acude el caballo en un momento dado a salvar al protagonista. Y las claras reminiscencias a Bailando con lobos o Un hombre llamado caballo se aderezan con guiños cinéfilos que hay que valorarle a Cameron, porque en muchos fotogramas está reflejada Apocalypse Now, Alien, El retorno del Jedi o la propia Terminator 2. Es asimismo una patada en las narices a la política bélica de Estados Unidos con la arenga de Stephen Lang como Coronel Quaritch instantes antes del gran ataque a los navi, cuando justifica la "guerra preventiva para acabar con el terrorismo". En definitiva, nada nuevo bajo el sol guionísticamente hablando, ámbito en el que el filme hace aguas.
El espectáculo, en ocasiones digno de destacar y en otras puro oropel, está servido.
Y no has hablado del guión. 250 millones de dólares y no se gastan ni 1.000 euros en pagar a un becario que mejore el argumento de Cameron a algo mejor que un episodio de Hospital Central con gente que se enchufa los desfibriladores... (pero claro, como dice un amigo, será que Cameron quería aparecer con el egocéntrico "escrito y dirigido").
ResponderEliminarYo me reí un rato con los patazos de guión y sí, es más real que otras veces, pero como ya dije del tigre y de la vía Augusta de Gladiator, lo digital sigue cantando como una final de Operación Triunfo.
En fin, estoy cabreado porque yo digo que no veo películas de dibujitos y Cameron me ha encalomado una.
La película me parece un bodrio absoluto, digna de un megalómano como James Cameron. Como en todas sus películas priva el espectáculo, los efectos especiales y sonoros sobre el guión (los diálogos los firmaría Mariano Ozores). Si el cine va a tomar estos derroteros apañados estamos. Como bien has comentado no pasa de ser un juego de Playstation 3 normalito. Lo único medio bueno de la película es que al menos se ha recuperado a Horner. Un saludo y felices fiestas.
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