Todos solemos hacer balance del año que termina. Resulta un poco vulgar, pero casi necesario para dirigir la vista atrás con el objetivo de consolidar lo bueno que puedan haber conllevado los doce meses que ahora expiran y tratar de que no se repita lo negativo.
Se acaba un año en el que España cuenta con un millón y medio de parados más. Mi sincera y sólida solidaridad con ellos. Se acaba un año en el que políticos pendientes de estar entre rejas hacen gala de la petulancia y aseguran que volverán a presentarse en las elecciones que correspondan. Se marcha un diciembre donde pudo volver a vivirse un atentado internacional de gran magnitud, hace apenas unos días. Se acaba el año del cierre de al menos cuatro periódicos más en España. Pero 2009 también va dejando en su estela la apertura de uno desde esta modesta localización, SAN FERNANDO COFRADE, que vio la luz en octubre. Ha sido el año de lucha durante diez meses para verlo hecho realidad y en los kioscos de prensa el primer día del undécimo mes. Un periodo, por tanto, crucial en mi vida profesional, donde he alcanzado una estabilidad que ya necesitaba y en la que vuelvo a sentir la ansiedad de formar parte de los medios de comunicación y repetir a mis redactores y fotógrafos una frase: "No vamos a llegar a tiempo con todo para el cierre". Al final se llega. Con finalizaciones de ediciones del quincenal de maratonianas jornadas de 18 y 20 horas seguidas, pero se llega. Y a los pocos días se ve el producto en la calle. Creo que soy el que, de todo mi equipo, está menos orgulloso de cada número de SAN FERNANDO COFRADE. Y eso que lo estoy inmensamente. Me siento orgulloso que hombres como Justo, Israel, Pablo, Pepe, José Martín, José Manuel y futuros hombres de gran valía como Álvaro, a sus quince años de edad, defiendan y luzcan como suyo algo que yo creé.
Os deseo de todo corazón un feliz 2010. Será el año del Bicentenario en San Fernando, de la Cuaresma y Semana Santa más importante de mi vida, de la Procesión Magna cuyos determinados aspectos dependen de mí con la responsabilidad que ello conlleva,... de seguir mirando al futuro. La mujer de Lot hizo lo contrario y fue castigada y convertida en una estatua de sal. Un abrazo a casi todos y casi todas.
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