
Lo de la fiebre por los cochinos parece que hay que tenerlo en cuenta, pero lo veo lejano. Quizás Dios me castigue y cuando termine de escribir empiece a soltar mocos como Linda Blair en El exorcista, pero por el momento los pulmones no me duelen por algún fenómeno tusivo. Es el alma el que me rechina cuando veo a vecinos en paro y escucho a través de las paredes conversaciones que te erizan el vello y sin necesidad de poner la oreja, porque llega un momento en el que la desesperación sale del pecho para convertirse en clamor que no deja de ser un estéril lamento de desahogo.
Tampoco hace falta estar pendientes de las familias de tu entorno. A una buena amiga la echan en un par de días de una agencia de noticias simplemente por haber mostrado su desacuerdo con la nueva política de pago de las piezas de las informaciones que redactan y las medidas implantadas por algún cerebro privilegiado especialista en cargarse la vida laboral de seres humanos. Y un par de grupos de comunicación de peso ya se han puesto de acuerdo para cerrar cabeceras en el mapa andaluz y no hacerse más daño en una guerra que van a perder los soldados a pie de batalla y no los ministros ni presidentes. Entre esos acuerdos hay algunos que afectarán a muchos periodistas gaditanos que ni siquiera saben nada de esto y tienen hasta final de año para buscarse la vida. Mientras y en otros grupos de apenas unos miles de lectores según el último EGM, y con un mensaje ya manido y trasnochado, se sigue exigiendo más a los periodistas mal pagados con amenazas de mandarlos a la calle. Porque al final la culpa del cierre la tendrán los periodistas. Como la culpa de que Alemania se quedara reducida a cenizas hace casi setenta años la tuvieron los judíos, los rojos, los masones y los americanos. La mentalidad hitleriana se lleva hasta el final de los días, hasta cuando se aprieta el gatillo, hasta cuando se deje de accionar el botón de la rotativa. Genio y figura. Mantengo que los periodistas tenemos la culpa de muchas cosas por permitirlas y unos cuantos deberían de no dormir tranquilos. Pero esos desgraciados y tristes chupaculos no suman lo suficiente como para culparlos de la existencia de monstruos sin más escrúpulos que construirse chalets a pie de playa e irse de putas.
Vamos camino de cinco millones de parados y esto se escapa de las manos. Resulta curioso que José María Aznar vuelva a mostrar sus delirios mesiánicos y salga a la palestra para decir que con él no habría desempleo en España. Curioso y tocapelotas que es, porque si esta crisis mundial se gestó en su momento, fue entre otras cosas porque algunos decidieron llevar a cabo una política internacional absolutamente equivocada. Tanta soberbia no beneficia al partido que llegó a presidir, que recorta puntos ante la desesperación del personal. En una interesante conversación que mantuve el sábado, un amigo y joven empresario gaditano me llegó a decir que si las cosas siguen así no sería malo que el PP volviera a gobernar, ya que asevera que ello 'movería' la economía y crearía una sinergia distinta en la circulación del dinero y su destino. Crítico con los sindicatos a los que califica como 'el cáncer de la democracia', me insistió en que empresario y trabajadores necesitan un equilibrio entre derechos y deberes que no ofrecen ahora las centrales sindicales. Hace falta encontrar el sistema, pero entonces estaríamos poniendo en entredicho este tipo de democracia. Y eso espanta a todos.