Hoy ha comenzado una nueva edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges. Soy consciente del error al referirme a su denominación, porque unos lumbreras decidieron hace algunos años cambiar el nombre por el que era conocido universalmente este evento con más de cuatro décadas a sus espaldas y colocarle el rimbombante título de “Festival de Cinema Internacional de Catalunya”. Políticos nacionalistas –el cáncer del sistema democrático- y poderes mediáticos le hicieron la pinza a los gestores del festival de los años anteriores a que diera lugar el obligado giro hasta que lograron aburrirlos. Conozco bien la historia porque me llevé años acudiendo a ese festival en el que tan bien fui tratado por el entonces director de Marketing de Cinesa, mi buen amigo Ricardo Gil, que tuvo su participación antaño en la organización de Sitges, por Juan Luis Goas, Xabier Catafall y los huecos entre películas compartidos con Carlos Pumares en el Hotel Calípolis en el maravilloso paseo marítimo de la ciudad.
Para mí siempre será el festival de cine fantástico, como para todos cuando se refieren a él. Allí conocí, a principios de los noventa, al entrañable Robert Wise, con el que hablé de Star Trek, de su Sonrisas y lágrimas, de su obra maestra West Side Story, de Marcado por el odio y de cómo dirigió a nuestro gran Paul Newman. Me metieron en una furgoneta con Peter Greenaway para evitarme ir andando hasta el Port D'aiguadoç, donde el director británico daba su rueda de prensa tras hacernos sufrir con El niño de Macon. Ya echábamos chispas por el camino porque, como me ocurre con Woody Allen, no perdono al cineasta que me aburre hasta dormirme en una butaca.
En la documentación que me envían y en la prensa veo que esta edición de 2009 supondrá un reconocimiento a Stanley Kubrick y su 2001, una odisea del espacio, de manera que la viuda del director recoge esta noche un premio póstumo a la carrera de su marido y especialmente por rodar el filme que hizo adulto al género de la ciencia ficción. Están previstas las asistencias de los actores de la película, Keir Dullea y Gary Lockwood, el primero de ellos el astronauta Dave Bowman que experimenta en el filme lo sucedido “más allá de Júpiter”. Me viene a la memoria cuando conocí a Keir Dullea en los noventa precisamente en Sitges, un año que asistió para compartir mesa redonda con grandes del cine de ficción como Ray Harryhausen, el desarrollador de la técnica ‘Stop Motion’. Le entrevisté para la extinta revista del Cine club Metrópolis, aquella asociación que luchó a mediados de los noventa por lograr que en la Bahía de Cádiz se celebrasen conferencias y mesas redondas sobre cine y que varios envidiosos oscuros y un par de descerebrados se encargaron de cargarse con el paso del tiempo, y compartí algunas anécdotas del rodaje de 2001 antes de hacerle una foto con un ejemplar del número anterior. Ahí os ofrezco la imagen de Keir Dullea conmigo (en aquellos tiempos yo servía aún más de ejemplo de fealdad que ahora).
No hay comentarios:
Publicar un comentario