No me vengan con cuentos, y menos el de algún cretino que ha escrito que lo que ofreció Madonna en Sevilla el martes fue "el concierto del milenio".
Mi juventud transcurrió haciendo retumbar los cristales de mi habitación con los discos (vinilo, of course) de Michael Jackson, con una irreprochable calidad de sonido, independientemente de lo que pueda gustarnos su música. A mí me alucinaba. Su Thriller, Bad o Dangerous los intercalaba con los discos de Madonna, de manera que mis amargas críticas de hoy no tienen como origen mi desagrado hacia la música de la artista, porque forma parte de mis elegidos/as para incentivar mi paladar musical desde tiempo inmemorial. Quizá por eso me indigna más que algún paleto venga a catalogar de único y extraordinario el concierto de Madonna en Sevilla.
Sonido pésimo, playback por doquier y entradas a precios astronómicos. Vale, es ella, sí, pero no es la artista del milenio ni es única. Yo he vivido un estadio olímpico, el mismo que pisó Madonna, con 80.000 almas hace escasos meses con Héroes del Silencio. Casi el doble de asistentes. Y cuando Phil Manzanera apareció sobre el escenario, corroboré lo que ya sabía: que Bunbury y compañía son más grandes de lo que creemos. Y sin playback. Claro que muchos creerán que Manzanera es el inspector de policía de Amar en tiempos revueltos. No, ese es Manzanares.
Pagué 60 euros en mayo, sí, pero muy gustosamente para ver a Roger Waters en Atarfe. Treinta mil aficionados que, como yo, también han vivido con el Wish You Were Here o The Wall. Waters tiene 65 años y canta, precisamente no en playback. ¿Espectáculo de Madonna en Sevilla? Ja. Sí, pero postizo, de mentira. Se ve que muchos se perdieron el de Waters en Atarfe, con todo el estadio rodeado de bafles para generar el sonido envolvente único en el mundo que llevaban los Pink Floyd al escenario y ahora recuperado por el que fuera su líder. Ese mismo que en 1987 obligó a dimitir al alcalde de Venecia, por dejar a la improvisación un concierto al que acudieron 275.000 personas, cifra que el primer edil nunca creyó que se alcanzaría porque menospreció a la banda británica. El de Waters de mayo, nada menos que tres horas y dos bises. Madonna, cortito con sifón y en la pantalla apareciendo la frasecita "Game Over". Como si hubiéramos echado una monedita para matar marcianos tras leer en la pantalla "Please insert coin".
Vete a hacer puñetas, Madonna. Pero llévate contigo a los que han escrito carajotadas en estos dos días. Yo vi a Guns and Roses en Sevilla en 1992. Y a Sting en San Fernando. Entre otros muchos, para que ahora venga esta, que insisto, es un icono de mi juventud y adoro sus discos, a insultarnos con un gitaneo de muñecas de Marín tergiversadas y a pinchar un CD grabado con su voz y efectos, cuando otros cantan a pelo. Esos sí son grandes de verdad y hacen conciertos del milenio.
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