Finalizo mi repaso al IV Congreso Internacional de Música de Cine detallando el encuentro que mantuvimos con un compositor que personalmente llevaba años deseando conocer. Ya en Sevilla, en los Encuentros de Música de Cine, pude disfrutar de su música a mediados de los noventa, pero él no asistió. Su grave enfermedad por aquel entonces no le permitió acudir a esta cita donde la Sinfónica interpretó piezas suyas y la organización colocó un ramo de flores en el lugar donde él debía sentarse. Realmente el concierto decepcionó -y eso que es sumamente difícil verse frustrado con la ROSS por medio-, ya que la fidelidad de las piezas brilló por su ausencia en temas muy esperados como el de La creación de Frankenstein (1994).
El tiempo ha pasado y la providencia ha querido que Patrick Doyle saliera de aquella horrible enfermedad que hizo que muchos no apostaran por su vida. Conociéndolo, resulta obvio saber el motivo por el que salió vivo de aquella batalla. Doyle es un hombre sencillo, alegre, vitalista, joven de espíritu, lleno de vida y amable. A todo ello se une el ser un gran compositor que vio en Úbeda cómo sus obras eran digiridas por Joel McNeely con bastante fidelidad y la Orquesta Filarmonía y el coro Zryab cumplían con creces su difícil cometido, como ofrecer en directo las sólidas trompas de Frankenstein, transmitir al espectador el amargo romanticismo de Atrapado por su pasado o las notas aventureras de Harry Potter y el cáliz de fuego.
"Pienso como un actor cuando compongo", nos dijo Patrick Doyle en su disertación un día antes del concierto. Doyle también es actor y proviene de una familia de músicos, "pero en realidad me interesaba mucho el arte dramático, la interpretación".
Acertadas fueron sus palabras cuando se refirió al músico de cine. "Somos como los decoradores de una casa, como los pintores, los últimos en llegar, ya está casi todo listo y nos toca poner bonito ese hogar...". Habló de su célebre composición para la película Mucho ruido y pocas nueces de Kenneth Branagh, donde disfrutó de seis semanas con el equipo de rodaje y actores en la Toscana. "Aquel lugar generaba vida, alegría de vivir para cualquier cosa que fuera creatividad y se crease". Respecto a su relación con el famoso actor Keanu Reeves, señaló que "parecía que estábamos nuevamente en un piso de estudiantes. Él decía por ejemplo que nos hacía falta dinero para comprar leche y yo le espetaba "eh, que yo ya he puesto lo mío", y parecíamos jóvenes organizando el dinero para administrarlo... Es que todas las estrellas, en realidad, son seres humanos como nosotros", aseveró como anécdota.
Doyle apuntó que tardó cuatro semanas en componer la extraordinaria pieza que abre el filme, en la que se incluyen casi todos los temas del CD. Colocó sonidos con instrumentos muy masculinos para las escenas de aparición de los protagonistas cuando van llegando a caballo, como las trompas y la percusión, mientras que los violines juguetean nerviosos al hacer acto de presencia las mujeres nerviosas cambiándose de ropaje por la casa, relacionando por tanto instrumentos y partitura con ambos sexos en función de cada aparición.
Doyle también ofreció los créditos iniciales de la película Morir todavía para oir el tema que escribió para esta cinta de Branagh, lo que vino a demostrar una vez más y como opinión particular que el famoso tema de La creación de Frankenstein es claramente deudor de éste. Precisamente y con respecto a la película sobre este personaje que encarnó Robert de Niro, Patrick Doyle no pareció guardar un muy bien recuerdo. "Fue una película compleja -dijo-, un proyecto difícil con una temática complicada y dura para los actores. La película no perdió dinero pero tampoco fue un fracaso como dijeron". Contó además la anécdota de que su hija estudiaba historia en Edimburgo y una noche salió de copas a un pub donde, sin que ella lo supiera, todas las madrugadas recrean el momento de la creación del monstruo con la figura incluso en el techo y las carruchas y guías, mientras suena la música...que hizo su padre. "Una noche me llamó a las once, le cogí el teléfono y me dijo "papá, escucha esto y ahora te lo explico...". Y era mi tema de la creación del monstruo. Lo pinchan cada noche con el espectáculo", dijo orgulloso y sonriendo.
Finalmente, habló de Eragon, una partitura que fue difícil de componer porque muchas de las gestiones se hicieron por webcam nada más y nada menos entre Francia, donde se encontraba Doyle, y Estados Unidos, ya que el compositor perdió el pasaporte y no pudo viajar en momentos en los que la seguridad era extrema en estos aspectos en los aeropuertos.
Espero que os haya gustado este resumen de lo que nos contó Patrick Doyle. Ahora, me toca unos días de vacaciones -creo que merecidas- en Portugal, por lo que no escribiré y así os libráis de mí durante un paréntesis corto de tiempo. Disfrutad del verano, que yo estoy agotado y necesito desconectar con unos buenos fados en el Barrio Alto lisboeta. Un abrazo.
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