Mi buen amigo Paco Martín (extraordinario fotógrafo, mejor persona, amante de la buena música menos cuando le gusta algo de Michael Nyman y perezoso compulsivo cuando se trata de terminar de una vez por todas su segundo libro), viene asistiendo en estos días a los conciertos de Territorios Sevilla, una cita ineludible que se celebra en la capital hispalense con músicos de gran prestigio enmarcados en diversos estilos, desde el chill out hasta cualquier ritmo étnico.
En estas últimas horas me enviaba unas fotos como la que acompaña a estas palabras, y un texto sobre el recital de Gilberto Gil. Se lo dejo a ustedes para que disfruten...
"Gilberto Gil: el mi(ni)sterio de la música
Si la pureza buscara un sentido entre la música, soñaría probablemente con la simpleza, la melodía y, por supuesto, el compás. Saber mezclar exactamente los sonidos y los silencios, como un maestro en alquimia, y eso precisamente fue lo que el pasado jueves pudimos presenciar unos pocos afortunados en el Pabellón Hassan II durante el concierto que brindó Gilberto Gil dentro del XI Festival Internacional de Música de los pueblos, Territorios Sevilla.
Pero la grandeza de este músico va más allá de lo puramente musical, sus palabras nos transportan a un mundo políticamente comprometido, solidario, y sus enseñanzas brotaron tanto de su boca como de su guitarra.
Los que hemos visto a Chano Lobato en recitales de los últimos tiempos, sabemos que, aunque su voz no era la de antaño y su energía limitaba sus esfuerzos, suplía sus deficiencias bajo el manto de la experiencia, contando historias de él, del grandioso Beni de Cádiz, de Matilde Coral… todas en clave de humor. Gilberto cambia la clave de humor por la clave de amor, y nos cuenta sueños de poeta, como Metáfora, una de sus interpretaciones más aclamadas durante el recital, donde hace un fiel reflejo de sí mismo narrando el mundo paralelo del artista como si fuera precisamente eso, una panacea o una metáfora.
El concierto duró algo más de hora y media y fue un recorrido por la vida artística del brasileño, armado con una simple guitarra acústica y sin más ayuda que su voz y el puntual auxilio de su hijo que demostró al público aquello que dicta ‘de tal palo tal astilla’.
Gilberto Gil no sólo mostró su dominio de la bossa-nova y los antiguos ‘palos’ brasileiros si no que impartió su enseñanza musical a través del blues, pop, rock e incluso regae, pero siempre llevado a su terreno, donde el inglés es portugués y viceversa.
Sólo un marco tan incomparable como el antiguo pabellón de Marruecos de la Expo podía hacer justicia para una noche deliciosa donde la luna de mayo en Sevilla se transformó en luna de Salvador de Bahía o tal vez de Ipanema,..
Paco Martín 23/05/08"
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