Cannes ya ebulle en su cita cinematográfica anual. En realidad, es el verdadero festival mundial del celuloide en su más amplio concepto de la palabra. Los privilegiados que acuden a este evento no sólo tienen la opción de ver siete y ocho películas al día como es habitual en una celebración de estas características, que tanto han proliferado en todos los países en los últimos años. Cannes es el verdadero escaparate del cine, es mucho más que una exposición de filmes durante una semana. Después de Hollywood, y rozándole los talones en muchos ámbitos, Cannes es el centro neurálgico de la industria cinematográfica.
Les explicaré porqué. Paralelamente a las proyecciones, la pequeña y carísima ciudad francesa se transforma en el punto de encuentro de cientos de productoras cinematográficas y televisivas que ofrecen lo mejor de sus realizaciones a las distribuidoras y a las majors catódicas, que recorren los stands y despachos viendo las cartas de presentación de nuevas series deTV, filmes, proyectos en definitiva que adquirir para toda una temporada hasta mayo del próximo año.
Es Cannes por tanto un gran show y un enorme negocio. Todo aquel que se precie de producir cine y TV y desee vender sus productos debe acudir, al igual que cualquier productora que quiera ofrecer a sus espectadores lo más avanzado en el mundo audiovisual debe enviar sus profesionales a un lugar y a un festival en el que, por cierto, se acreditan más periodistas que en las olimpiadas. Así que ya ven la importancia que tiene Cannes...
Para los aficionados al cine, lo relevante es observar el panorama de películas en competición o rememorar las grandes cintas que han sido premiadas con la Palma de Oro, queda en un apartado secundario la maquinaria de venta y productiva de la que les hablaba anteriormente. Y como el cine está de pena en cuando a la calidad actual, no puedo evitar recordar títulos de películas que lograron el preciado premio en Cannes a lo largo de las pásadas décadas para reafirmarme en que eso sí que era cine.
En realidad, Cannes nació en 1939, aunque se empeñen en decir que fue en 1946. De hecho, en el primer festival iban a participar 15 países, y películas tan maravillosas como El mago de Oz, Unión Pacífico, de Cecil B. de Mille... pero apareció la guerra y jodió el invento, así que desmontaron el chiringuito, arriaron velas y esperaron a mejores tiempos. Tras finalizar la contienda mundial, Cannes empezó a escalar puestos referenciales hasta convertirse en lo que hoy es: insisto, un gran escaparate.
Fíjense en algunos títulos que ahora, de memoria, recuerdo han ganado la Palma de Oro en Cannes: El tercer hombre, de Carol Reed; Viridiana, de Luis Buñuel; Taxi Driver, de Martin Scorsese; La Misión, de Roland Joffe, denostada en Estados Unidos por el escaso interés que suscitó su temática y recuperada en Europa,... y actores premiados, desde Fernando Rey a Alfredo Landa, Paco Rabal, Marcello Mastroianni, Bette Davis, Paul Newman,... Los españoles siempre hemos tenido una buena relación con los jurados de Cannes.
Foto: cartel del primer festival de Cannes, celebrado en 1946.
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