El PSOE ha ganado las elecciones generales. El aspirante a revalidar la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y su partido, consiguieron casi el 44 por ciento de los votos de los españoles, es decir, algo más de once millones de sufragios, frente a los 10,1 millones alcanzados por los populares con Mariano Rajoy al frente. La diferencia de escaños es diáfana. Los socialistas obtienen 169 y el PP 154. Los sondeos de las semanas anteriores contemplaban un triunfo socialista aunque no tan holgado.
¿Recuerdan la encuesta que en este blog hicimos en los últimos dos meses? Ustedes le daban la mayoría absoluta a Rodríguez Zapatero con el 53 por ciento de los votos y el 32 por ciento para Rajoy. Aquel resultado me parecía demasiado holgado como comenté en su momento, pero nunca dudé del triunfo del candidato socialista, dicho desde la mayor objetividad posible. Jamás en estos dos últimos meses me ha dado la sensación de que peligrara el triunfo del líder del PSOE, avalado primordialmente por las reformas emprendidas durante estos cuatro años. Se puede estar de acuerdo o no con las decisiones adoptadas, pero lo que resulta obvio es el mantenimiento de una actitud programática y una línea de actuación que inició hace ahora cuatro años con la inmediata retirada de las tropas españolas de Irak y posteriormente con leyes relativas a la igualdad social, a costa de crisis de envergadura con la Iglesia, los sectores conservadores o los detractores del prometido y frustrado diálogo con ETA.
Ahora, anoche, Zapatero ha obtenido su rédito político, el saldo resultante de su línea ha sido la confianza de los españoles durante cuatro años más. Los votantes han considerado que el giro al progreso experimentado en este periodo en numerosos aspectos necesita de otros cuatro años para completar lo iniciado. Esa confianza debe guardarla el presidente como oro en paño o le pasará factura en marzo de 2012.
El PSOE no ha conseguido la mayoría absoluta, pero se antojaba un imposible alcanzar los 176 escaños tras cuatro años de dura confrontación y política de desgaste -a veces escasamente honesta- emprendida por el PP, de manera que lograr las cifras cosechadas anoche se antoja como una brillante victoria. Nada que objetar.
Quienes sí tienen problemas y de gravedad son los dirigentes conservadores. Mariano Rajoy salía anoche a saludar a sus seguidores en el balcón de la sede popular madrileña. Se hizo esperar más de lo conveniente, lo que dio lugar a pensar en algo que debería de haber hecho el que parece seguirá siendo jefe de la oposición: dimitir e irse a su casa. En lugar de hacerlo, se marcó un discurso repetitivo y plúmbeo entre gritos desaforados de su hinchada, que trataba de maquillar lo que a todas luces se antoja como un desplome por mucho que hayan incrementado el número de escaños.
Lo escribí ayer y lo sigo manteniendo. Rajoy lleva acumuladas dos derrotas electorales y cualquier líder en esas condiciones tiene la obligación moral, por el propio país y no sólo por su partido, de dimitir. Perder las elecciones ahora, tras poner toda la carne en el asador durante cuatro años de acoso y derribo a Zapatero, para finalmente quedarse a quince escaños de distancia, sólo puede catalogarse de fracaso. Es necesario que el político popular prepare con urgencia la celebración de un congreso nacional de su formación para elegir sucesor, una transición tranquila pero sin pausa que sirva para culminar un ciclo y se inicie otro, como así lo hicieron sus antecesores con más éxito que fracaso -Fraga, Hernández Mancha, el propio Aznar,...-.
El PP necesita también reflexionar sobre su estrategia de cara a los próximos cuatro años. La confrontación áspera y cruda frente al PSOE sólo le seguirá sirviendo para continuar dando una imagen de partido a la derecha del reformismo que pregona en su teoría, en un país en el que la derecha debe percatarse de una vez por todas que cada vez tiene más claro qué es lo que quiere: que dejen en paz a su gente y no le digan lo que tienen que hacer en ámbitos de la vida que pertenecen a cada ciudadano y a su moral, ética y economía.
De Izquierda Unida y de Coalición Andalucista hablaremos otro día para no terminar llorando.
Sólo me queda felicitar al PSOE y a sus componentes, en especial a los que conozco personalmente como es el caso de María Jesús Castro, Rafael Román, Bibiana Aído o el propio Manuel Chaves. Y también al popular Fernando García, por haber logrado su sillón como Senador. Los analistas políticos y periodistas que escribimos sobre estos asuntos estábamos pendientes del número de votos que conseguía tras el morbo de haber 'ocupado' el puesto que hasta ahora tenía José Blas Fernández y la, digan lo que digan, situación de cabreo que el edil del PP gaditano tenía por no encabezar las listas al Senado en esta ocasión. Finalmente, el alcalde de Bornos ha conseguido casi 30.000 votos más que José Blas Fernández.
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