Mi buen amigo José Luis Porquicho escribió hace varios días un artículo en el periódico Información Cádiz que, independientemente de la satisfacción que me produce, es un paso más para decirle las cosas claras a alguno acostumbrado a pontificar con sus planteamientos para así llamar la atención o simplemente distraer al personal y evitar así que alguien le exija que brame menos y trabaje más por el gremio al que representa.
Porquicho mostraba su enojo por una de las petulancias que escribe Fernando Santiago -presidente de la Asociación de la Prensa gaditana- en Diario de Cádiz, en este caso indicaba que le resultaba francamente injusto que un "periodista de despacho y de viajes VIP" criticara a un chaval que se ha ganado un puesto en Onda Cádiz TV retransmitiendo el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) de Cádiz. Para Santiago, el trabajo de Germán es malo porque, entre otras cosas, no es periodista, no tiene la licenciatura de esta profesión que avale su trabajo, está ocupando un lugar que no le corresponde,...
Miren que es pesado Fernando Santiago, y resulta reconfortante que gente de su gremio le diga ya las cosas a la cara de una vez por todas después de años en los que sólo algunos le hemos dejado claro que su soberbia es tan molesta como su desprecio hacia muchos periodistas que durante años no hemos encontrado quien nos defienda cuando se han producido situaciones de claro abuso empresarial sobre los profesionales de la información, algo muy habitual desde que tuvo lugar, hace ya más de una década, la eclosión de medios de comunicación en la provincia gaditana.
Germán es un chaval que, cuando yo desempeñaba las labores de redactor jefe en Información Cádiz, comenzó a ganarse su pan colaborando con el suplemento carnavalero 'El Gallinero'. Trabajó muy bien y le dieron dos patadas cuando terminó la fiesta, sin que le pagaran un duro. Por entonces no vi a Fernando Santiago interesándose por su situación o si alguien más de la profesión, ya fuera un becario o un periodista consagrado, padecía un trato similar por parte de la empresa que edita ese medio o cualquier otra. El chico ha sido en dos años el ejemplo del tesón hecho persona para hacer lo que le gusta, y ahora ha conseguido ese hueco en la nueva televisión municipal que le reporta algún dinero y le sirve para continuar mejorando. Puede gustarte o desagradarte su modo de presentar tanto como otros, ya sean anónimos o considerados clásicos de la comunicación como Joaquín Prat, que me resultaba insoportable empleando la fórmula machista de preguntar en 'El precio justo' a una participante "¿Y su marido a qué se dedica?". Pero echar por tierra la pertinaz pugna de un chaval por llegar arriba de la manera tan despótica a la que nos tiene acostumbrados Fernando Santiago es algo que sólo hacen las malas personas.
Sí, es pesado el tipo este, con el debate sobre los licenciados en ciencias de la información, a los que tengo muchísimo respeto. Yo no lo soy y me he llevado 18 años en el periodismo, he sido redactor jefe de dos periódicos y posteriormente director de ambos, entre otras cosas. Siempre he dicho que tener esa licenciatura es un logro y que me frustró ver cómo delante de los libros y en edad de aprender muchos fueron capaces de lo que yo no hice. Pero de igual manera o más me congratula ver que los que me superaron en la Universidad no han sido capaces de hacer lo que yo he hecho en los puestos de trabajo que tuve hasta hace año y medio. Si un licenciado es capaz de hacer mejor lo que yo hacía, pues adelante, que me cambien. Pero curiosamente, yo enseñé a muchos titulados a redactar, a tratar las maquetas, a distinguir estilos, me llevé hasta la madrugada corrigiendo muchos disparates, incentivé a licenciados que me aseguraban "estar agobiados" por tener que trabajar los sábados, depuré sus noticias, reportajes, textos en definitiva,... y cuando me marché de mi periódico entre una atronadora ovación que jamás olvidaré, los licenciados aplaudieron más aún si cabe que el resto. Así que el asunto es cuestión, como todo en la vida, de hacer las cosas bien o mal, que son las dos únicas maneras de actuar en todos los ámbitos, no de poseer un título o estar a falto de él.
Qué chocante resulta que Fernando Santiago esté siempre negando el pan y la sal a periodistas no licenciados cuando sorprendentemente tiene en su directiva a un vicepresidente que tampoco tiene título y que suele escribir de cofradías y una serie de miembros con cargos rimbombantes entre los que a alguno/a tuve que rehacer páginas enteras de noche porque los sufrí en mi etapa de director. Otros, obviamente, son brillantes periodistas y también trabajé con ellos. No digo nombres por respetarlos, aunque todos sabemos en Cádiz quién vale y quién no para esto...
Qué desorientador es ver a Fernando Santiago permitiendo que algún periodista no licenciado pero intocable -porque para eso es de Diario de Cádiz- presente sus libros en la sede social de la APC. Hay que tener jeta para criticar a un chico de Onda Cádiz y llevarse años mirando para otro lado cuando las sangrías en los medios de comunicación han sido constantes con los periodistas -licenciados o no-, porque el número de periódicos, radios y televisiones ha crecido, pero en calidad de empleo mejor no hablar. Y eso lo sabemos todos. El problema en el periodismo durante ya más de quince años no ha sido quién tiene título, sino el desamparo sufrido por muchos jóvenes a los que han quemado espectacularmente, a los que se les obliga a escribir pagándoles cuatro horas pero trabajando doce diarias, sin contrato, sin días de libranza regulados, no renovados para no hacerlos fijos, utlizándolos en las emisoras de radio tanto para hacer un magazine en el mercado de abastos como en un programa deportivo provocando precariedades tanto en el empleo como en la calidad informativa ante la falta de especialización de los profesionales...
Yo me quedé esperando a Fernando Santiago y a su patulea durante años. A lo mejor es que no me consideró periodista porque no soy licenciado y, aunque trabajaba con mi equipo catorce horas al día en una redacción y necesitábamos que alguien corporativamente detuviera tanta explotación generada en muchos medios, jamás se dignó a mostrar un mínimo de preocupación. Que ya fuera nombrado director de dos medios y jamás me enviara ni siquiera una fría carta de felicitación era algo que me lo suponía, pero me costaba trabajo comprender que alguien que debía defender los derechos de los periodistas no hubiera en su vida mostrado interés por conocer en qué situación se encontraban redacciones enteras de nuevas generaciones de periodistas, entre los que había algunos que cobraban setenta mil pesetas y sin contrato. Aún hoy hay periodistas brillantísimos y en sus nóminas, arriba a la derecha, en la casilla de categoría laboral, los empresarios les han puesto "auxiliar de redacción", y semejante humillación nadie la denuncia. Y menos el tipo este de la Asociación de la Prensa, que debe estar muy satisfecho organizando pamplinas como viajes a Nueva York en verano (también curioso, con lo izquierdista que dice ser y se va al corazón del capitalismo...), regalando jamones en Navidad a sus colegas o colaborando con eventos culturales como la agónica Muestra Cinematográfica del Atlántico y otras zarandajas que de ninguna de las maneras deben constituirse en prioridades para la APC.
Hace tres años apareció por la redacción del que era mi periódico un enviado de la asociación que preside Santiago tratando de hacer un sondeo entre los redactores para conocer las situaciones profesionales de cada periodista. Ingenuo de mí, creí ver un cambio de actitud, e incluso uno de los profesionales del rotativo le dijo al recién llegado que a él ni le preguntara porque aquello no serviría de nada. Tuve una acalorada discusión con mi redactor porque consideré que quizás la APC estaba progresando en algo. "Tiempo al tiempo, José Carlos", me dijo ese redactor. Pues sí que tenía razón...
Yo, particularmente, estoy harto de este tipo. Que los periodistas decidan lo que quieran, pero tenemos la obligación moral de hacer un llamamiento a los colegas para, entre todos, decirle a Fernando Santiago que "ya está bueno lo bueno", como tuvieron agallas los fotógrafos de prensa de decirle públicamente cuando en una de sus meteduras de pata, los menospreció públicamente y los redactores gráficos -que es lo que son realmente los fotógrafos de periódicos, porque nos cuentan la noticia a través de sus imágenes- le pusieron la cara colorada en una convocatoria de prensa con la presidenta del Parlamento Andaluz.
Así que ya sabes, Fernando: arregla la precariedad laboral, trata a todos por igual, échale una mano a muchos periodistas a los que queman los explotadores, déjate de viajecitos caros, respeta a Germán como lo haces con Ismael Beiro (¿será que a éste no lo critica porque es de Canal Sur, que la gobiernan los socialistas y no quiere morder la mano que le da de comer?) y déjate de falso progresismo. Y "no te meta en ná" cuando hables del Cádiz CF, que en eso me atañe como trabajador del club, que en mi puñetera vida te he visto en el Carranza, porque quizá sea algo demasiado vulgar para tu status. Cuando arregles todo esto, hablamos de títulos colgados en la pared. ¿Hace o no hace?
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